5 de julio de 2012

Enfadarse contigo es un placer.


¿Escalofríos en pleno Julio a 35º? Pues sí, son posibles.
Un sofá sumado al silencio incita a besarse. Besarse muy despacio, marcando cada movimiento sobre sus labios. Ahí es cuando sientes que el tiempo se acelera, por lo que tu debes acelerar para no perderlo. Entonces los besos ya no transcurren tan lentos, y caes en el detalle de que ocupáis demasiado espacio, te colocas arriba para poder contemplarle diferente. En realidad es un fallo, pues tiene tu cuello a su alcance y como no, lo recorre varias veces finalizando su recorrido con un mordisco en tu punto clave. Ahora eres tú quien se siente acelerada, y tus movimientos no se quedan atrás.
Un torpe intento por desabrochar tu pantalón te hace tomar la iniciativa de subir las escaleras, totalmente en silencio e intercalando cada dos escalones un beso. El espacio está más a tu favor, y muy despacio te deslizas sobre él.
Inexplicablemente has perdido gran parte de la ropa, realmente te da igual. Y como si sonara vuestra canción favorita, creáis movimientos que hacen el intento de eliminar el espacio existente. Tras cada compás añadís una respiración más fuerte que otra y eso aumenta el pulso de la canción. Te ves tan dentro de la canción que te sientes una nota más que sube y baja en el pentagrama. Pero de repente él se levanta arrastrándote con él, y de la forma más dulce que puedas imaginar, mientras dibuja cosas sin sentido en tu piel, se acerca muy despacio a tu cuello y susurra 'Te amo'. Ahí es cuando un escalofrío recorre todo tu cuerpo acabando en tu boca en forma de sonrisa.
Tu respuesta consiste en besarle muy suave mientras le empujas hasta tumbarle y poder contemplarle desde arriba. Entonces vuelves a encajar la dichosa melodía y le besas una vez más. Comienzas en su boca, te desvías a su comisura, de ahí a su cuello y comienzas a crear un recorrido hasta su cintura.